El propósito de la educación
Por lo general, la palabra educación se relaciona
con una enseñanza institucional, ya que pensamos que educar le corresponde a
los profesores y a las familias; pero esta tarea va mucho más allá. Desde mi
punto de vista, la educación se encuentra en la calle, en la convivencia con la
familia, los amigos, los vecinos, los compañeros, etc.; es decir, en el entorno
que nos rodea. Podemos aprender de un paseo por el campo, de una conversación
con un amigo o un familiar y, por supuesto, en clase. En otras palabras,
podríamos decir que en todo momento, se da educación. Educación es sinónimo de cultivarse, de tener ganas de investigar y de descubrir
nuevos conocimientos.
Otro aspecto de la educación es la adquisición de
hábitos y costumbres. Para el ser humano la educación es un elemento clave, ya
que es un factor condicionante en nuestras vidas. Todo lo que aprendamos nos
formará como personas, nos hará pensar de una manera o de otra y, en
consecuencia, adoptaremos una forma de vida basada en lo aprendido.
A mi modo de ver, el propósito de la educación es
siempre positivo. Esta tiene como objetivo principal encontrar el equilibrio
del ser humano, tanto a nivel personal, como profesional y social. Se trata de
que los conocimientos que hemos adquirido
con el paso del tiempo nos sean de utilidad para encontrar la felicidad
personal y ayudar a que los demás
también lo hagan.
El papel de la educación en la sociedad es crucial,
puesto que las personas actuamos en base a los valores educativos que nos han
enseñado y hemos ido escogiendo a lo largo de nuestra vida. Esto tiene como
consecuencia, grosso modo, la existencia
de las diferentes culturas y clases sociales.
Para conseguir un clima adecuado y que podamos
convivir de forma civilizada debemos educar para la tolerancia. Necesitamos que
los valores educativos de las nuevas generaciones tengan su punto de partida en
el respeto hacia los demás. Por otra parte, debemos tener siempre en mente la
idea de que no todas las personas reciben el mismo tipo de educación y que, por
tanto, no siempre van a pensar como nosotros, pero que, si les tratamos con
respeto, podremos convivir en paz y aprender los unos de los otros.
Lourdes Piñero León